jueves, 26 de julio de 2012

-Para qué sirven estas pastillas?
-Te bajan la presión.
-Uh, si tomas un montón de estas te moris, no?- sonríe.


Todos te pueden creer una enferma, te pueden mirar con lástima, pero lo único que nos importa es nuestro mundo. Tocar las cicatrices, pensar las maneras de lastimarte, de perder un poco los sentimientos o profundizarlos. Por qué? Aveces solamente para sentir satisfacción, otras para olvidar. Algunas se quedan marcadas y muchas son fáciles de borrar. Nadie se daría cuenta si llegas a tu casa drogada, es algo de una vez, quedas media tonta por unos momentos y después te olvidas. Pero sí se darían cuenta cuando te arremangas o cuando no lo queres hacer y te pones de malhumor cuando te tocan un brazo o insinúan algo. Las marcas te duran días o semanas y están ahí siempre para recordarte todo, desde alguna lágrima hasta alguna sonrisa. 
Están ahí para siempre.
Hola, soy una pendeja normal de 16 años. Tengo pensamientos suicidas desde los 7. Empecé los 8 diciendo que me quería suicidar, que no quería vivir más. Me empecé a cortar a los 13 y lo sigo haciendo. 
Aveces te pones a pensar en eso y te preguntás: ¿Por qué una nena de 7 años se quiere morir?, ¿Por qué quiere sentir ese placer?


-Está quemando mal la estufa.
-Si ya se.


Ojalá el gas me llevara con él. 


Creo que estoy viviendo una vida que no quiero, que no necesito.   
Y algunos se van a preguntar: 'si hace tantos años que te queres suicidar, por qué no lo hiciste?'
Me da miedo, como todo lo demás. 
Además quiero ver hasta donde puede llegar esta historia.
La nena de pensamientos suicidas puede salir adelante.
Aunque le mienta a los demás y esconda sus brazos, quiero salir adelante. 


Y no me vengan con la puta historia de que es la adolescencia, porque a los 8 años no sos un adolescente.
Siempre me pregunté si la muerte sería el fin del dolor o el comienzo del verdadero. 


Aveces nos gusta que el dolor nos lleve.  

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